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Fracasar mejor: el arte humano de persistir

Creado el: 19 de septiembre de 2025

Inténtalo de nuevo. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor. — Samuel Beckett
Inténtalo de nuevo. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor. — Samuel Beckett

Inténtalo de nuevo. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor. — Samuel Beckett

Del aforismo a una filosofía de proceso

Para empezar, la sentencia lapidaria de Beckett —'Ever tried. Ever failed. No matter. Try again. Fail again. Fail better.'— aparece en 'Worstward Ho' (1983) y condensa su estética de despojo: cortar hasta dejar sólo el pulso de la insistencia. Al desplazar el foco del resultado al proceso, convierte el fracaso en un material de trabajo, no en una condena. Así se abre una vía práctica: la repetición no promete éxito, pero sí una calidad distinta de atención.

Conocimiento que nace del error

Desde ahí, la ciencia ilustra cómo el error es fuente de conocimiento. Karl Popper, en 'Conjeturas y refutaciones' (1963), sostuvo que avanzamos al proponer hipótesis audaces y tratar de refutarlas; cada fracaso acota lo real. En la tradición ingenieril, se atribuye a Thomas Edison haber celebrado miles de intentos fallidos con la bombilla porque revelaban caminos que no funcionaban. Ambas historias prueban que 'fracasar mejor' significa mejorar la calidad de nuestras preguntas y de nuestros intentos.

Resiliencia: de la herida al músculo

A continuación, la psicología traduce esa intuición en hábitos. Carol Dweck mostró en 'Mindset' (2006) que una mentalidad de crecimiento reinterpreta los tropiezos como información entrenable. No se trata de negar el dolor, sino de metabolizarlo: registrar qué hice, qué aprendí y qué haré distinto. Con el tiempo, esa práctica vuelve la resiliencia menos épica y más cotidiana, como un músculo que se fortalece con repeticiones moderadas, no con gestas heroicas.

Sistemas que aprenden: antifragilidad y equipos

Asimismo, los sistemas pueden diseñarse para aprender del error. Nassim Taleb describió lo 'antifrágil' (2012): estructuras que mejoran con el estrés, siempre que los golpes sean pequeños y contenidos. En tecnología, los 'postmortems sin culpa' del SRE de Google (Beyer et al., 2016) y las listas de verificación en aviación que popularizó Atul Gawande (2009) convierten fallos en mejoras verificables. El hilo común es reducir el radio de impacto, documentar causas y cerrar el ciclo con cambios observables.

La ética de 'fracasar mejor'

Sin embargo, Beckett no propone un culto al tropiezo sino una ética de la lucidez. En 'Esperando a Godot' (1953) la perseverancia convive con el absurdo: seguimos porque el seguir nos define, no porque haya garantías. 'Fracasar mejor' exige responsabilidad: proteger a los demás del costo de mis experimentos, reconocer cuándo detenerse y evitar repetir daños. Así, la compasión por la propia falibilidad se vuelve compatible con la exigencia de aprender.

Tácticas para intentarlo de nuevo

Por último, la práctica concreta puede ser humilde y eficaz: reducir la apuesta, acortar ciclos y multiplicar retroalimentación. Diseñar microexperimentos con criterios de salida, realizar un 'pre-mortem' para imaginar por adelantado cómo podría fallar (Gary Klein, 2007), registrar supuestos y resultados, y ajustar una sola variable por iteración. Medir aprendizaje —no sólo rendimiento— y compartir hallazgos cierra el círculo beckettiano: intentar de nuevo, fracasar de nuevo, pero con mayor claridad y menor daño.