Recomenzar con la música de la experiencia
Creado el: 20 de septiembre de 2025

Vuelve a empezar, no porque fracasaste, sino porque aprendiste una canción más clara. — Haruki Murakami
La metáfora de la canción más clara
Al inicio, la frase de Murakami invierte la narrativa del fracaso: no vuelves a cero, vuelves afinado. La imagen de la canción sugiere que el aprendizaje filtra el ruido, depura el timbre y deja a la vista el motivo central. Así, reiniciar no es borrar, sino tocar de nuevo con otra comprensión del ritmo, el silencio y la melodía que ya habitaban en ti. Además, la metáfora dialoga con la biografía del autor: antes de publicar, regentó un club de jazz en Tokio, donde la disciplina y la improvisación coexisten. En De qué hablo cuando hablo de correr (2007), vincula el entrenamiento sostenido con páginas diarias; el oído se educa igual que la resistencia. Reiniciar, entonces, es volver al tema con oído más fino.
Del fracaso al ensayo: cambiar el encuadre
Desde ahí, la idea gana tracción si concebimos cada intento como ensayo. Carol Dweck (2006) mostró que el mindset de crecimiento convierte los errores en datos para afinar habilidades. No se trata de negar el tropiezo, sino de leerlo como una partitura marginal que anota lo que la pieza pide. La neurociencia también acompaña: Eric Kandel, en In Search of Memory (2006), explica cómo la práctica fortalece conexiones sinápticas y poda lo superfluo. El cerebro tiende a clarificar patrones; tu canción se vuelve más nítida porque el sistema aprende a distinguir lo esencial de lo accesorio.
Ritmo y retorno en la obra de Murakami
Siguiendo el hilo, muchas novelas de Murakami exploran retornos y variaciones, como si fueran fugas. En 1Q84 (2009–2010), los personajes repiten motivos en mundos paralelos hasta oír un acorde de sentido. Y en Tokio blues (Norwegian Wood, 1987), la memoria regresa como leitmotiv que reordena el presente. Esta recurrencia no es circularidad vacía: cada vuelta suma matiz, como un solo que reitera el tema para descubrirlo. La narrativa sugiere que el sentido emerge al recomenzar con una escucha más atenta, no al avanzar en línea recta.
Tiempo, disciplina y el arte de iterar
Asimismo, Murakami ha contado cómo correr maratones y un ultramaratón de 100 km le enseñaron a sostener el tempo creativo. En su ensayo de 2007 narra que la mejora sucede como el kilometraje: modesta, acumulativa, casi silenciosa. El cuerpo aprende el compás y, con él, la mente. Esta paciencia dialoga con ideas japonesas como kaizen y shuhari: primero se respeta la forma, luego se modifica y, por fin, se trasciende. Reiniciar con una canción más clara es ese tránsito: no abandonar la forma, sino atravesarla hasta que cante otra verdad.
Cómo volver mejor: prácticas que afinan
Traslademos esto a lo cotidiano. Realiza un post‑mortem breve tras cada proyecto: qué funcionó, qué estorbó, qué mantener. Convierte hallazgos en micro‑cambios medibles para el siguiente intento; piensa en compases, no en sinfonías. Define un ritual de arranque que marque el tempo, como escribir 30 minutos al amanecer o ensayar escalas concretas. Incluye descanso deliberado, porque el silencio estructura la música. Y guarda un diario de decisiones con ejemplos: las anécdotas son acordes que podrás reutilizar cuando la melodía pida variación.
Esperanza práctica: no negar, decantar
Finalmente, la frase no es un optimismo vacío; es una ética de decantación. En Kafka en la orilla (2002), la música atraviesa mundos y otorga sentido donde antes había confusión. Del mismo modo, reiniciar no borra lo vivido: lo clarifica hasta que aparece el tema oculto. Así, cuando vuelvas a empezar, hazlo porque has escuchado algo nuevo en lo que antes parecía ruido. No rehuyes el pasado; lo afinas. Y con cada compás, la canción se vuelve más tuya.