Abordar lo enorme, un bocado cada vez
Creado el: 22 de septiembre de 2025

Solo hay una manera de comerse un elefante: un bocado a la vez. — Desmond Tutu
Una metáfora para lo descomunal
Al citar “Solo hay una manera de comerse un elefante: un bocado a la vez”, Desmond Tutu convierte lo inabarcable en una imagen doméstica: lo enorme se vence en porciones. La frase no trivializa el reto; lo humaniza. En lugar de exigir heroísmo ininterrumpido, propone constancia modesta. Así se abre una vía práctica, que nos lleva de la parálisis ante lo colosal a la primera acción posible.
La mente y la motivación granulada
Esta intuición coincide con hallazgos sobre motivación. El goal‑gradient effect, descrito por Clark Hull (1932) y ampliado por Kivetz, Urminsky y Zheng (2006), muestra que avanzamos más deprisa cuando percibimos metas cercanas; por eso los hitos intermedios energizan. A la vez, el efecto Zeigarnik (1927) explica que las tareas incompletas permanecen activas en la mente, empujándonos a cerrarlas. Fragmentar el “elefante” aumenta la sensación de proximidad y crea ciclos de impulso atencional. Con esta base psicológica, pasemos de la idea a los métodos.
Kaizen y micro‑hábitos cotidianos
En gestión de calidad, Kaizen promueve mejoras pequeñas y continuas; Masaaki Imai lo popularizó en Kaizen (1986) al describir prácticas del Sistema de Producción de Toyota. En el terreno personal, James Clear en Atomic Habits (2018) propone micro‑hábitos del 1% diario: cambios diminutos con efectos compuestos. Ambos enfoques comparten una premisa: ajustar el sistema es más fiable que perseguir explosiones de voluntad. De aquí se desprende cómo planificar el trabajo en unidades mínimas.
Descomponer el trabajo: de WBS a sprints
Las metodologías formales lo institucionalizan. La Work Breakdown Structure del PMBOK Guide (Project Management Institute) descompone entregables en paquetes de trabajo verificables. En desarrollo ágil, el Scrum Guide (Schwaber y Sutherland) recomienda iteraciones cortas (sprints) y user stories que caben en días. Estos marcos no prometen magia; ofrecen visibilidad, cadencia y retroalimentación. Con las piezas en su sitio, resulta más fácil ver ejemplos concretos de cómo lo grande cede ante lo pequeño.
Relatos que ilustran el principio
Las montañas se conquistan paso a paso: la ascensión de Hillary y Norgay al Everest en 1953 avanzó mediante campamentos sucesivos y metas diarias, no en un gesto único. Del mismo modo, quienes peregrinan el Camino de Santiago comprenden que la travesía nace de cada etapa, marcada por hitos y albergues como pequeñas metas. Incluso obras como la Sagrada Familia se levantan piedra a piedra. Estos relatos encarnan la misma lógica y nos conducen del símbolo a la acción cívica.
Cambio social, una audiencia a la vez
Tutu aplicó este principio en lo social. Como presidente de la Truth and Reconciliation Commission sudafricana (1996–1998), facilitó un proceso que escuchó casos uno por uno, priorizando la verdad y la reparación concreta sobre la abstracción de cifras; véase el Report of the TRC (1998). La reconciliación nacional no se decretó en bloque: se tejió testimonio a testimonio. De esa experiencia emerge una lección práctica para nuestras tareas cotidianas.
Un protocolo simple para tu “elefante”
Para tu “elefante”, define el objetivo claro y el umbral mínimo de avance diario (por ejemplo, 25 minutos de Pomodoro, método de Francesco Cirillo, años 80). Luego divide el esfuerzo en entregables que puedan “demostrarse” al final de cada sesión. Registra el progreso visible, celebra micro‑logros y ajusta el plan cada semana. Cuando la motivación flaquee, reduce el bocado, no la constancia. Así, por acumulación tranquila, lo descomunal se vuelve finito.