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El rumbo define el camino, no al revés

Creado el: 27 de septiembre de 2025

Si no sabes adónde vas, cualquier camino te llevará allí. — Lewis Carroll
Si no sabes adónde vas, cualquier camino te llevará allí. — Lewis Carroll

Si no sabes adónde vas, cualquier camino te llevará allí. — Lewis Carroll

El guiño de Carroll y la paradoja

La sentencia, a menudo citada como de Lewis Carroll, es en realidad una paráfrasis del diálogo entre Alicia y el Gato de Cheshire en Alice’s Adventures in Wonderland (1865): ella pregunta qué camino tomar y él responde que “depende mucho de adónde quieras llegar”. El ingenio de Carroll condensa una paradoja lúcida: sin destino, todo camino es igualmente válido, pero también igualmente vacío. Así, el problema no es la falta de opciones, sino de criterio para ordenarlas.

Propósito como brújula de sentido

Desde ese guiño literario, pasamos al terreno humano: decidir hacia dónde ir otorga significado a cada paso. Viktor Frankl, en El hombre en busca de sentido (1946), describió cómo un propósito actúa como vector vital, capaz de reorganizar el sufrimiento y la acción. Cuando el “por qué” se clarifica, el “cómo” deja de ser un laberinto y se convierte en una secuencia de elecciones coherentes; sin ese ancla, la abundancia de caminos solo multiplica la deriva.

Evidencia: metas específicas mejoran el desempeño

En la psicología del trabajo, Locke y Latham mostraron que metas específicas y desafiantes elevan el rendimiento frente a objetivos vagos (“hacerlo mejor”) en A Theory of Goal Setting and Task Performance (1990) y en su síntesis de 2002. Además, el marco SMART propuesto por George T. Doran (1981) operacionaliza esa claridad, pidiendo objetivos específicos, medibles, alcanzables, relevantes y temporales. Así, de la intuición literaria pasamos a la evidencia empírica: definir el destino cambia cómo caminamos.

Estrategia: elegir qué no hacer

En el plano organizacional, Peter Drucker popularizó la gestión por objetivos en The Practice of Management (1954), destacando que la dirección alinea esfuerzos dispersos. Más tarde, Richard Rumelt explicó en Good Strategy/Bad Strategy (2011) que la buena estrategia tiene un núcleo: diagnóstico, política rectora y acciones coherentes; sin ese trío, las iniciativas se vuelven lista de deseos. En consecuencia, saber adónde ir no solo abre caminos, también cierra los que distraen.

Producto y creatividad orientados a resultados

En desarrollo de producto, la trampa de la “feature factory” muestra lo que ocurre cuando se camina sin destino: muchas salidas, poco impacto. Marty Cagan, en Inspired (2008/2018), aboga por priorizar resultados del cliente sobre el simple conteo de funcionalidades, mientras que Teresa Torres propone hábitos de descubrimiento continuo en Continuous Discovery Habits (2021). Al vincular cada idea con un resultado buscado —esa “estrella polar” métrica— los equipos convierten caminos posibles en trayectorias significativas.

Herramientas para fijar el norte y avanzar

Para que el rumbo no sea eslogan, sirven prácticas concretas: OKR (Doerr, Measure What Matters, 2018) traducen la ambición en objetivos con resultados clave observables; los pre-mortems de Gary Klein (2007) revelan riesgos antes de andar; los roadmaps orientados a resultados reemplazan la rigidez por aprendizaje guiado. En última instancia, elegir destino no limita la creatividad: la enfoca. Y entonces, a diferencia del país de las maravillas, no cualquier camino nos lleva “allí”, sino el que elegimos con intención.