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Sueños grandes, escaleras que elevan a todos

Creado el: 9 de octubre de 2025

Sueña a lo grande, luego construye las escaleras que permitan a otros subir contigo. — Carl Sagan

Del sueño a la arquitectura social

Para empezar, la frase propone un tránsito: del impulso íntimo de soñar a la obra pública de construir. Soñar a lo grande moviliza la imaginación, pero sin escaleras —esto es, sin mecanismos de acceso— el sueño queda como mirador inaccesible. La metáfora es arquitectónica: no basta con levantar la cumbre; hay que trazar peldaños, barandales y descansos que permitan a otras personas llegar con seguridad. Así, la ambición deja de ser un proyecto solitario y se vuelve una estructura compartida. Este cambio de énfasis —del yo al nosotros— convierte la visión en política de inclusión y, sobre todo, en práctica cotidiana de apertura.

Sagan y la divulgación como escalera

Desde ahí, la trayectoria de Carl Sagan ilustra cómo convertir un sueño científico en escalera pública. Su serie Cosmos (1980), vista por cientos de millones, tradujo conceptos complejos en curiosidad accesible. En Cornell, formó generaciones con la misma vocación de claridad que impregna El mundo y sus demonios (1995). Incluso el Disco de oro de las Voyager (1977) —con saludos, músicas y sonidos de la Tierra— fue una invitación simbólica: si enviamos nuestra historia al cosmos, también debemos acercarla a quienes aún no han podido estudiarla aquí. La Sociedad Planetaria (1980) añadió otro peldaño, al convocar a ciudadanía, ingenieros y jóvenes a participar en la exploración espacial.

Peldaños de acceso: educación e instituciones

A continuación, las escaleras se vuelven tangibles cuando se diseñan instituciones de acceso amplio. Las bibliotecas Carnegie (1890–1920) convirtieron el libro en un bien municipal y no de élite. Modelos de educación abierta como The Open University (1969) o la UNED (1972) extendieron la universidad a quienes trabajan, cuidan o viven lejos. Becas de primera generación, tutorías entre pares y vías de reingreso académico son peldaños que corrigen desniveles históricos. La idea es sencilla: cada barrera detectada —costo, horario, idioma, distancia— se transforma en un escalón nuevo. Así, el sueño deja de depender del azar y empieza a sostenerse en estructuras que perduran.

Tecnología abierta y ciencia participativa

Más aún, la tecnología multiplica la escalera cuando se comparte. El repositorio arXiv (1991) democratizó preprints científicos; Wikipedia (2001) convirtió el conocimiento en obra colectiva y perfectible. La ciencia ciudadana muestra su potencia en Galaxy Zoo (2007), donde voluntarios clasificaron galaxias y una profesora neerlandesa identificó el fenómeno conocido como Hanny's Voorwerp, probando que el talento se distribuye más que las oportunidades. Datos abiertos de agencias como la NASA facilitan que estudiantes y comunidades analicen imágenes, midan impactos y generen hallazgos propios. Abrir código, licencias y datos no solo baja el costo de entrada: invita a co-crear nuevos peldaños.

Evitar el paternalismo: poder y coautoría

Con todo, construir escaleras no es colocar vitrinas para espectadores, sino compartir control. La Ladder of Citizen Participation de Sherry Arnstein (1969) recuerda que hay grados de participación: de informar sin voz a delegar poder real. En investigación y proyectos sociales, prácticas como co-diseño, presupuestos participativos y la taxonomía CRediT (2014) para atribuir contribuciones hacen visible quién ideó, ejecutó y lideró. También importa retribuir el trabajo de enlace comunitario y asegurar primeras autorías a jóvenes cuando corresponda. Cuando el poder se distribuye, la escalera deja de ser concesión y se convierte en camino propio.

Medir impacto y mejorar la escalera

Por eso mismo, toda escalera necesita mantenimiento. W. Edwards Deming popularizó la máxima de que sin datos no hay confianza operativa: medir quién sube, quién se queda atrás y por qué permite corregir pendientes. Más que métricas de vanidad, se requieren indicadores de permanencia, movilidad y bienestar: tasas de retención, progresión salarial, redes de mentoría efectivas. Evaluaciones con comparación justa —por ejemplo, cohortes similares con y sin acceso— revelan si los peldaños funcionan. Con ciclos de mejora continua, la escalera deja de ser promesa inspiradora y se vuelve infraestructura confiable.

Del individuo al nosotros planetario

Finalmente, soñar en grande apunta a un horizonte común. En Un punto azul pálido (1994), Sagan recuerda nuestra fragilidad compartida y, con ella, la responsabilidad de elevarnos juntos. Las escaleras que importan no solo llevan a títulos o cargos; conducen a capacidad colectiva para cuidar el clima, la salud y la verdad. Cuando el sueño personal se convierte en rutas abiertas para otros, el ascenso deja de ser una carrera y se transforma en cooperación. Así, la ambición se vuelve servicio, y cada peldaño nuevo es una invitación a subir en compañía.