Gratitud en cada paso hacia la cima
Creado el: 10 de octubre de 2025

Busca la cima con gratitud en cada paso — Edmund Hillary
Más allá del éxito final
Para empezar, la invitación de Hillary desplaza el foco del triunfo al trayecto: la cima importa, pero el talante con que se avanza determina el sentido de la conquista. Buscar la cumbre con gratitud transforma cada tramo en aprendizaje y fortalece la resiliencia, porque el valor ya no depende del resultado, sino de la calidad de la atención y el reconocimiento de lo que el camino ofrece. Así, la meta deja de ser un punto distante y se convierte en una forma de estar presentes.
Hillary y Tenzing: la lección del Everest
Luego, la hazaña del 29 de mayo de 1953 ilustra el mensaje. En el relato oficial The Ascent of Everest (Hunt, 1953) y en High Adventure (Hillary, 1955), la cumbre aparece como el cierre de una cadena de pasos pacientes. Tenzing Norgay recuerda en Tiger of the Snows (1955) los rituales de respeto antes del ascenso, subrayando que la montaña se afronta con gratitud y humildad. Incluso la célebre broma de Hillary, “We knocked the bastard off”, convive con una ética de reconocimiento al equipo, al clima favorable y a la cultura local que lo hizo posible.
La ciencia de la gratitud en el rendimiento
Asimismo, la psicología respalda que agradecer cada avance mejora el desempeño sostenido. Un ensayo controlado mostró que llevar listas de gratitud incrementó el bienestar y la constancia en el ejercicio (Emmons y McCullough, 2003). En paralelo, la teoría “broaden-and-build” explica que las emociones positivas amplían la atención y los repertorios de acción, facilitando recursos para afrontar retos complejos (Fredrickson, 2001). En términos de montaña, agradecer el paso presente reduce la rumiación, optimiza la energía mental y favorece decisiones más seguras bajo fatiga.
Filosofías que acompañan el ascenso
Por su parte, distintas tradiciones convergen en esta mirada. El estoicismo invita a concentrarse en lo controlable paso a paso (Epicteto, Enquiridión), mientras el budismo propone la atención plena al caminar, como popularizó Thich Nhat Hanh en Peace Is Every Step (1992). Incluso Camus, al releer el mito de Sísifo (1942), sugiere encontrar sentido en el acto de empujar, no solo en el destino. Unir estas corrientes con la gratitud convierte el esfuerzo en elección lúcida, no en mera carga.
Cultura Sherpa: reverencia y responsabilidad
Además, el enfoque agradecido ecoa en la cosmovisión sherpa, para quienes el Everest es Chomolungma, la Madre del Mundo. Como documenta Ortner en Life and Death on Mt. Everest (1999), las ceremonias de puja piden permiso a la montaña, recordando que el ascenso es relación, no conquista. Tenzing narra ofrendas simbólicas antes de la escalada (Tiger of the Snows, 1955), un gesto que hermana gratitud y prudencia. Esta reverencia genera comportamientos más seguros y éticos en terreno incierto.
Del logro al servicio: el legado de Hillary
A continuación, la gratitud se hace acción en el poscima. Hillary fundó el Himalayan Trust (1960) para construir escuelas, clínicas y puentes en el Khumbu, devolviendo a la comunidad que posibilitó el Everest. Ese giro del yo al nosotros muestra que la cumbre no es un pedestal, sino un punto de partida para cuidar lo que te sostuvo. En términos éticos, agradecer cada paso desemboca en responsabilidad compartida con personas y paisajes.
Aplicación cotidiana: microcimas con agradecimiento
Finalmente, cualquiera puede practicar esta guía fuera de la montaña. Divide una meta en microtramos y, al completar cada uno, nombra algo que agradeces: un apoyo recibido, una habilidad fortalecida, un error aprendido. Un diario breve de gratitud al cierre del día consolida el hábito (Emmons y McCullough, 2003). Así, cuando llegue tu cumbre, no habrá sido un golpe de suerte, sino la consecuencia natural de pasos atentos, agradecidos y sostenibles.