Lo visible habilita lo posible: representación transformadora

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No puedes ser lo que no puedes ver. — Marian Wright Edelman

La premisa: visibilidad que abre mundos

Marian Wright Edelman condensa en una línea una verdad social: la imaginación se alimenta de ejemplos. Si una niña nunca ve a alguien como ella pilotar un avión, dirigir un laboratorio o redactar leyes, el horizonte de sus posibilidades se estrecha sin que se dé cuenta. La visibilidad no crea talento, pero enciende su chispa al mostrar rutas transitables. Así, la frase no es una exageración poética, sino un diagnóstico práctico sobre cómo se forman las aspiraciones. Ver es una forma de permiso: legitima deseos y sugiere que el esfuerzo tendrá sentido. Desde aquí, resulta natural preguntar cómo esa visibilidad se aprende, se cultiva y se multiplica.

Aprendizaje social y modelos a seguir

A partir de esa idea, la psicología explica el mecanismo. La teoría del aprendizaje social de Bandura (1977) muestra que observamos, imitamos y internalizamos conductas de personas valoradas. Los modelos no solo inspiran; también transmiten estrategias concretas, estilos de afrontamiento y normas de pertenencia. En la misma línea, Lockwood y Kunda (1997) hallaron que los modelos creíbles y cercanos elevan la autoevaluación y guían metas alcanzables, mientras que figuras inalcanzables pueden desmotivar. Por ello, no basta con “un héroe distante”; se necesitan trayectorias diversas y próximas que traduzcan el éxito en pasos practicables.

Aulas y laboratorios: evidencia en STEM

En educación, la visibilidad opera como antídoto contra estereotipos. El “Stereotype Inoculation Model” de Nilanjana Dasgupta (2011) muestra que la exposición a expertas y pares del propio grupo protege la motivación en entornos dominados por otros. Complementariamente, Cheryan et al. (2017) documentan que imágenes culturales de quién “pertenece” a STEM influyen en la elección de carreras. No es solo teoría: tras el estreno de Hidden Figures (2016), diversas iniciativas de clubes de programación reportaron mayor interés de niñas afrodescendientes por la computación. Aunque anecdótico, el patrón ilustra cómo ver competencias encarnadas convierte la curiosidad en decisión.

Pantallas que moldean aspiraciones

Más allá del aula, los medios amplifican lo imaginable. El Geena Davis Institute (2019) mostró que aumentar la presencia de mujeres expertas en pantalla mejora la auto-percepción de competencia en niñas. Ejemplos como Black Panther (2018), con Shuri como genio tecnológica, reconfiguraron la estética popular de la ingeniería y la ciencia. Sin embargo, la transición requiere cuidado: la representación simbólica sin profundidad termina en tokenismo. Lo transformador sucede cuando las historias vinculan capacidad con proceso, tropiezos y comunidad—es decir, cuando muestran el camino y no solo el podio.

Representación política que cambia expectativas

En las instituciones, la visibilidad también altera expectativas. Beaman et al. (2012) demostraron en India que contar con lideresas en cargos locales elevó las aspiraciones educativas y profesionales de las niñas y modificó las percepciones de sus padres. Este “efecto de demostración” no impone metas; despeja barreras cognitivas. Teóricamente, Mansbridge (1999) llamó a esto representación descriptiva: cuando quienes deciden se parecen a quienes son afectados, crece la confianza y la participación. Ver a alguien como tú en la mesa de decisiones comunica que tu voz no es una excepción, sino parte del coro.

Interseccionalidad: ver desde múltiples márgenes

Asimismo, Kimberlé Crenshaw (1989) advirtió que la visibilidad no se distribuye por igual: raza, género, clase, discapacidad o territorio se entrecruzan produciendo invisibilidades compuestas. Una científica indígena con discapacidad puede no “aparecer” ni en narrativas de género ni en las de diversidad funcional. Por eso, “ver” exige multiplicar puntos de luz: historias, datos y modelos que reflejen trayectorias complejas. La inclusión interseccional no suma categorías; corrige distorsiones para que el espejo social devuelva imágenes fieles y, con ellas, aspiraciones legítimas.

De la visibilidad a la acción cotidiana

Por último, transformar la visibilidad en posibilidad requiere prácticas sostenidas: mentorías formales, vitrinas de talento local, currículos con biografías diversas, y transparencia de datos sobre acceso y promoción. Programas de puertas abiertas, redes de alumni y relatos de “cómo llegué aquí” traducen lo extraordinario en replicable. Entonces, la frase de Edelman se vuelve guía operativa: mostrar para habilitar, contar para orientar y acompañar para sostener. Porque cuando las rutas se ven, la voluntad encuentra camino, y lo posible deja de ser excepción para convertirse en expectativa.