Enfocar la posibilidad para aclarar la realidad

Dirige la lente hacia la posibilidad; lo que enfocas se vuelve más nítido. — Safo
De la lírica a la mirada
La sentencia atribuida a Safo condensa una intuición poética y cognitiva: allí donde dirigimos la atención, el contorno del mundo se define. En sus poemas fragmentarios, la intensidad de la mirada amorosa ordena sensaciones y desordena el cuerpo; el célebre Fragmento 31 muestra cómo una presencia enfocada vuelve vívida cada latido, temblor y silencio. Así, la metáfora de la lente no es ornamento, sino método: al apuntar hacia la posibilidad, la percepción empieza a darle forma.
La atención como forjadora de experiencia
Del taller de la poesía pasamos al laboratorio de la mente. William James, en The Principles of Psychology (1890), resumió esta idea con contundencia: mi experiencia es aquello a lo que decido atender. A su vez, Daniel Kahneman (Thinking, Fast and Slow, 2011) muestra que el enfoque guía qué estímulos consideramos relevantes, elevando su saliencia y desplazando lo accesorio. En consecuencia, elegir un horizonte posible no es mera fantasía: es orientar los recursos mentales que construyen lo que sentimos como real.
Neurociencia del enfoque y la nitidez
La lente también es neuronal. La regla de Hebb (1949) sugiere que las conexiones que se coactivan se refuerzan; por tanto, atender reiteradamente a un patrón lo vuelve más probable y claro en el futuro. Posner y Petersen (1990) describieron redes atencionales que seleccionan, orientan y sostienen el foco, afinando la señal y reduciendo el ruido. Además, estudios de entrenamiento atencional y mindfulness han mostrado cambios estructurales y funcionales asociados al control de la atención (Hölzel et al., 2011), lo que indica que la nitidez es, en parte, una habilidad cultivable.
Del posible al plausible: mentalidad y reencuadre
A la luz de lo anterior, dirigir la lente a la posibilidad no es ingenuidad, sino estrategia. Carol Dweck, en Mindset (2006), documenta que una mentalidad de crecimiento orienta la atención hacia el aprendizaje y transforma desafíos en oportunidades de mejora. Paralelamente, el reencuadre de la terapia cognitiva invita a desplazar el foco desde el obstáculo hacia la conducta modificable, sin negar la realidad. Así, la posibilidad deja de ser un espejismo y se vuelve un camino plausible, paso a paso.
Diseñar y fotografiar: precisión creativa
En términos aplicados, la fotografía ofrece una lección palmaria: mover el anillo de enfoque cambia la historia que cuenta la imagen. El diseño de innovación propone un vaivén similar entre pensamiento divergente y convergente; como explica Tim Brown en Change by Design (2009), explorar opciones amplía el campo visual y luego un enfoque deliberado selecciona lo esencial. La creatividad, entonces, no es dispersión caótica, sino una coreografía entre apertura y nitidez.
Evitar el túnel: riesgos del mal enfoque
Sin embargo, toda lente puede estrecharse hasta el sesgo. La confirmación nos hace buscar solo datos que refuercen nuestra hipótesis, opacando señales críticas. En aprendizaje organizacional, James G. March (1991) advierte del desequilibrio entre exploración y explotación: si explotamos lo ya nítido, perdemos nuevas posibilidades; si exploramos sin foco, no consolidamos avances. La clave es alternar zoom y gran angular, sosteniendo la claridad sin sacrificar la apertura.
Rituales que afinan la lente
Por último, la posibilidad se vuelve nítida con prácticas concretas. Las intenciones de implementación de Peter Gollwitzer (1999) vinculan contexto y acción en fórmulas si… entonces…, reduciendo fricción atencional. Complementariamente, el método WOOP de Gabriele Oettingen (2014) integra deseo, resultado, obstáculo y plan, enfocando la motivación sin perder realismo. Un hábito sencillo lo resume: cada mañana, preguntarse «¿qué posibilidad quiero ver con claridad hoy?» y cerrar el día anotando qué señales se volvieron más nítidas.