Finalmente, adoptar la aventura como actitud nos invita a vivir con mayor atención y propósito. Cada obstáculo diario deja de ser un fastidio y pasa a formar parte de nuestro proceso de autodescubrimiento. Así, como propone Amatt, el auténtico valor no reside en el escenario, sino en cómo elegimos involucrarnos en el viaje que representa vivir. De este modo, cada uno de nosotros puede convertirse en protagonista de su propia aventura, más allá de montañas o cuerdas. [...]