Por último, la herramienta se afila con prácticas cotidianas: formular preguntas contrafácticas (“¿qué condición haría falsa mi hipótesis?”), realizar pequeños experimentos con datos, usar listas de verificación y mantener diarios de decisiones para aprender de aciertos y sesgos. Completar el ciclo con retroalimentación externa—razonamiento público a escala micro—impide el autoengaño y acelera la mejora. Así, pensar deja de ser un fin en sí mismo y se vuelve un sistema de iteración que, paso a paso, derrota el estancamiento. [...]