Por último, la fiereza nace de saber que el tiempo es finito. En "When Death Comes" (New and Selected Poems, 1992), Oliver declara: "I don’t want to end up simply having visited this world". Esa negativa impulsa una estética de la plenitud: vivir como quien hace una obra, no como quien pasa por un museo a la carrera.
De ahí que cada gesto —lavar un plato, tender una cama, responder un mensaje con cuidado— pueda ser trazo de ese cuadro mayor. Celebrar lo cotidiano es, entonces, prepararnos para decir al final: estuve aquí con los ojos abiertos. [...]