Finalmente, dominar la atención no es controlarlo todo, sino distinguir lo controlable. La dicotomía de control estoica orienta el foco hacia actos, palabras y actitudes; lo demás merece observación, no posesión. Viktor Frankl (1946) mostró que incluso en circunstancias extremas subsiste una libertad: elegir la actitud. Ese núcleo coincide con la tesis de Marco Aurelio: al custodiar dónde colocamos la mirada interna, guiamos el timón de la vida hacia la virtud, la justicia y la serenidad. Así, la atención deja de ser un parpadeo y se vuelve un compromiso: mirar lo que importa, actuar en consecuencia y, con cada decisión, esculpir un destino congruente con nuestros principios. [...]