Por último, traer esta visión al presente propone una ética: si lo vivo es obsequio, la respuesta adecuada es la custodia. La fragancia del osmanto, celebrada en tés, dulces y vinos otoñales, no es solo placer sensorial; es memoria de interdependencia. Así, el gesto de saludar al viento se vuelve pauta de convivencia: escuchar, corresponder y agradecer. Entre jardín y firmamento, el poema sugiere una política íntima de cuidado, donde el asombro funda responsabilidad. [...]