Finalmente, el proverbio nos enseña a valorar nuestras propias imperfecciones y las de los demás. Reconocer que todos, de alguna manera, estamos 'rotos', nos permite mostrarnos empáticos y apreciar los aportes únicos que cada uno puede brindar. De este modo, cada individuo—como la flauta rota—tiene una melodía singular, capaz de tocar el corazón de quienes escuchan con atención y apertura. [...]