Finalmente, la reflexión de Fuller representa una invitación a la autocrítica: antes de hablar, es útil preguntarnos si nuestras palabras añaden algo sustancial. Fomentar la escucha activa y el respeto al silencio puede enriquecer nuestras relaciones y nuestro propio aprendizaje. Así, al reconocer el valor del 'recipiente lleno', cultivamos una comunicación más significativa y menos estridente. [...]