Finalmente, educar el corazón y la mente contribuye a formar personas capaces de tomar decisiones justas y compasivas. En sociedades cada vez más complejas, esta formación íntegra asegura no solo el éxito individual, sino la construcción de una colectividad más solidaria. Así, el mensaje de Aristóteles sigue siendo guía insustituible para cualquier modelo educativo que aspire a la auténtica excelencia. [...]