Sembrar bondad sin límites puede agotar el suelo. La fatiga por compasión es real y aparece cuando el cuidado no se acompasa con descanso, rotación de tareas y apoyo recíproco (Charles Figley, 1995). Por eso, la constancia exige diseño: pausas, cobertura entre pares y espacios de reparación. Tutu insistió en una compasión que no elude la justicia; el perdón, bien encauzado, no es permisividad, sino marco que evita nuevas heridas. Del mismo modo, poner límites protege a cuidadores y receptores y garantiza continuidad. Al cuidar la salud del sistema —no solo la urgencia del día— preservamos raíces, suelo y dosel. Así, el bosque de cuidado se mantiene vivo y, cuando llega la siguiente tormenta, todavía tiene savia para ofrecer calma. [...]