Finalmente, la reflexión montaigniana desemboca en la exhaltación de la humildad. A través del reconocimiento de nuestras limitaciones, tanto quienes gobiernan como quienes son gobernados encuentran un suelo común. En la ética contemporánea, figuras como Hannah Arendt recalcan que la conciencia de nuestra humanidad compartida debe guiar la toma de decisiones y el ejercicio del poder. Así, Montaigne nos anima a conservar los pies en la tierra, recordando que sobre cualquier trono, seguimos siendo simples mortales. [...]