Por último, el círculo se cierra con el lenguaje. Morrison defendía una palabra que no domine, sino que libere (Nobel Lecture, 1993). Decir el nombre correcto, contar la historia íntegra y nombrar la esperanza con precisión son formas de poner las manos por delante para amortiguar la caída.
Cuando la lengua acompaña a la acción, la comunidad se reconoce autora de su rescate. Y entonces la frase cobra cuerpo: una vida salvada no es excepción, sino semilla; de su cuidado brota la reconfiguración de todos. [...]