En última instancia, transformar la ciencia en bondad demanda hábitos institucionales: identificar beneficiarios y posibles perjudicados desde el diseño; someter proyectos a deliberación ética temprana; abrir datos con resguardos de privacidad; medir éxito por bienestar y acceso, no solo por publicaciones; y cultivar la colaboración transdisciplinaria.
Como recordatorio, el “punto azul pálido” nos sitúa: somos responsables unos de otros. Integrar compasión no limita el descubrimiento; lo orienta, haciendo que cada avance técnico sea también un avance humano. [...]