Finalmente, esta valentía se ejercita. Antes de hablar, nombra tu motivo: “Quiero entender X porque temo Y”. Luego, formula la primera pregunta que de verdad te compromete: “¿Qué estoy dando por sentado?”, “¿Qué temo descubrir si escucho a fondo?”, “¿Cuál sería la pregunta que me avergüenza hacer?”. Tradiciones como los comités de claridad cuáqueros, descritos por Parker J. Palmer en «A Hidden Wholeness» (2004), muestran que un entorno seguro y preguntas honestas convierten la curiosidad en descubrimiento. Así, la respuesta, que ya aguardaba, encuentra por fin su puerta. [...]