Finalmente, la investigación contemporánea corrobora la intuición aristotélica. Los estudios de Anders Ericsson sobre expertos (Ericsson, Krampe y Tesch-Römer, 1993; Peak, 2016) muestran que el rendimiento sobresaliente surge de práctica deliberada: metas específicas, retroalimentación inmediata, enfoque en debilidades y representaciones mentales cada vez más finas. Lejos del mito de las “10.000 horas” indiscriminadas, la clave es la calidad estructurada del esfuerzo, calibrada como la justa medida. Así se alinean dos horizontes: la techné que busca su bien propio y un método que disciplina el avance. Rehusar el límite cómodo deja de ser un gesto heroico y se convierte en una metodología: elegir bien el próximo paso, ejecutarlo con atención y repetir hasta que el arte, efectivamente, se amplíe. [...]