Finalmente, aunque Chagall privilegia la creación desde el corazón, no descarta el valor de la razón. El auténtico acto creativo ocurre cuando intuición y pensamiento racional se entrelazan: el corazón dirige el impulso original, mientras la cabeza ayuda a dar forma y estructura a la obra. Así, el secreto reside en permitir que el sentir guíe el proceso, pero sin renunciar totalmente a la razón, logrando así la alquimia que da lugar a obras perdurables. [...]