Releer semanalmente esas líneas permite detectar temas que se repiten: lo que te entusiasma, lo que agota, lo que pospones. Convertir un hallazgo en una acción concreta cierra el círculo: “Si este proyecto me da vida, bloquearé dos horas el martes”. Viktor Frankl, en El hombre en busca de sentido (1946), muestra que el sentido emerge al adoptar responsabilidad frente a la respuesta que elegimos. La línea honesta opera como microcompromiso con esa responsabilidad: traza continuidad entre valores, agenda y actos. Así, día tras día, el diario deja de ser archivo y se vuelve brújula vital; y, casi sin darnos cuenta, la suma de líneas sencillas compone la compleja y serena forma de una vida con sentido. [...]