En última instancia, esta reflexión nos lleva a reconocer que la verdadera fortaleza del diseño reside en la capacidad de adaptación y mejora continua. Más que perseguir la perfección absoluta, los creadores deben aprender de los errores inesperados y mantener apertura ante nuevos desafíos. Así, el ciclo de innovación nunca termina, y el ‘tonto completo’ se convierte, paradójicamente, en motor imprescindible del progreso. [...]