Adoptar el llamado de Dorothy Day implica un reto permanente: mirar nuestros actos y preguntarnos si realmente reflejan nuestros valores. Así, el objetivo no es tanto predicar o convencer, sino ser personas que, con humildad y constancia, encaminen sus vidas hacia el bien común. Al hacerlo, inspiramos silenciosamente a otros y contribuimos a una sociedad más genuina, en la que los mejores sermones se perciben, sienten y viven. [...]