Por eso, al sentarte a dibujar, piensa en una brújula ética y una leyenda clara. Empieza por los hitos fundacionales y las rutas que te sostienen en días difíciles; añade escalas temporales para que el lector entienda ritmos y distancias. Luego, revisa el relieve: ¿dónde hay pendientes emocionales, dónde llanuras de calma? Invita a un lector de confianza a caminar tu mapa y señala desvíos si cambia el clima. Al actualizarlo, cumples la promesa nerudiana: ofrecer caminos reales, no atajos, para que otros avancen sin perderse. [...]