Finalmente, en la esfera pública, decir verdades que dejen respirar es antídoto contra la polarización. Hannah Arendt, en Verdad y política (1967), advierte que los hechos sin un marco común se vuelven armas. Por eso, el periodismo, el activismo y la deliberación democrática requieren una gramática del oxígeno: denunciar sin despojar, disentir sin degradar. Un ejemplo humilde: asambleas vecinales que comienzan con “reglas de respiración” —escucha activa, tiempos equitativos, reformulación— logran acuerdos más duraderos. Así, la verdad no clausura la conversación: la expande, y con ella, el espacio vital que compartimos. [...]