Cicerón sostuvo en De Officiis (44 a. C.) que lo honesto y lo útil no se oponen; la historia sugiere que, sostenidos en el tiempo, se confirman mutuamente. Sin embargo, Achebe nos advierte que el honor necesita prudencia: la firmeza sin empatía degenera en dureza, y la rectitud sin escucha rompe los vínculos que pretende proteger.
Por eso, el liderazgo que edifica imperios comienza antes del cargo: en la disciplina modesta de cada día. Cuando quienes mandan y quienes obedecen se someten al mismo “pequeño tribunal”, el veredicto colectivo otorga legitimidad que no se puede comprar ni imponer. Así se cierra el círculo: del gesto mínimo a la grandeza pública, el honor decide. [...]