Finalmente, sembrar verdad significa cultivar hábitos: nombrar con precisión, escuchar sin manipular, corregir errores propios, cuidar lo común y sostener el oficio bien hecho. Nupcias (1938) celebra una lucidez alegre que se nutre de lo real: mar, luz, cuerpos, trabajo. Esa “alegría lúcida” da fuerza para perseverar sin consuelos falsos. Así, contra el absurdo, la verdad no se proclama; se siembra y riega cada día, hasta que, discretamente, devuelve frutos de libertad y vínculo. [...]