Sin embargo, para cerrar el círculo, es posible concebir una esperanza que no sea mera postergación del tormento. Autores como Viktor Frankl (‘El hombre en busca de sentido’, 1946) distinguen entre una esperanza pasiva y una activa: la primera alarga la espera, mientras la segunda impulsa a la acción. Así, la frase de Nietzsche nos reta a cultivar una esperanza lúcida y transformadora, capaz de guiarnos hacia el cambio real en lugar de encadenarnos al sufrimiento perpetuo. [...]