Finalmente, Angelou resalta que encontrar y usar nuestra propia voz —literal y figurativamente— es esencial para dotar de vida y autenticidad a nuestras palabras. Así, dejamos de ser meros transmisores y nos convertimos en creadores activos de sentido, enriqueciendo la comunicación y fortaleciendo nuestra identidad individual y colectiva. En suma, la voz humana es el aliento que convierte las palabras escritas en testimonios vivos de la experiencia humana. [...]