Por último, si la indiferencia deshace la trama común, el amor debe entenderse como acción. La investigación sobre el contacto intergrupal sugiere que la proximidad significativa reduce la apatía y el prejuicio (Allport, The Nature of Prejudice, 1954). En lo pequeño, esto implica escuchar sin multitarea, aprender nombres, respaldar causas con voluntariado y donaciones recurrentes. En lo público, supone instituciones que no dejen a nadie caer entre grietas: políticas de cuidado, alertas tempranas, responsabilidades claras. Frente al odio, el desacuerdo comprometido es posible; frente a la indiferencia, solo cabe despertar la mirada. Así, el contrario del amor no es un grito, sino el silencio que decidimos romper. [...]