Finalmente, toda rebelión necesita medida para no devorarse a sí misma. Camus advirtió contra la deriva que transforma al rebelde en tirano cuando el fin justifica los medios. La pequeña rebelión, en cambio, se corrige, escucha y aprende.
De este modo, desafiar la inercia no es vivir en guerra, sino cultivar un hábito de lucidez y cuidado. Hoy apenas mueve un milímetro; mañana habrá cambiado el rumbo. Y así, sin estruendo, la comodidad pierde su monopolio y el futuro encuentra una puerta entreabierta. [...]