Finalmente, aunque el pensamiento y la fe parezcan no encontrarse, en la vida cotidiana ambos coexisten y se nutren mutuamente. La razón busca explicaciones y estructura, mientras que la fe otorga confianza en lo inexplicable. Así, el mensaje de Gibran no excluye a la mente, sino que invita a reconocer espacios donde el corazón guarda tesoros que trascienden toda caravana racional, forjando así una vida interior más rica y equilibrada. [...]