En última instancia, reconocer y cultivar las bendiciones internas implica un compromiso diario con uno mismo. Pequeños gestos como la reflexión diaria, el autocuidado o el ejercicio de la virtud nos permiten acceder a ese caudal de bienestar que siempre está a nuestro alcance. Así, la sabiduría de Séneca nos recuerda que la verdadera riqueza se halla en la manera en que habitamos y transformamos nuestra vida interior, más allá de cualquier circunstancia externa. [...]