Finalmente, el mensaje de Iyengar invita a abordar la cotidianidad como una obra musical en proceso, donde cada acción consciente puede afinar nuestra sinfonía interna. Esta visión sostiene que no se trata de alcanzar una perfección estática, sino de cultivar la escucha constante hacia cuerpo, mente y alma. Así, como señala Iyengar en su obra ‘El árbol del yoga’, la vida cobra sentido pleno cuando nos convertimos, día a día, en los músicos atentos de nuestra propia existencia. [...]