En definitiva, la reflexión de Disraeli nos recuerda que el acoso no debe asustarnos, pues su naturaleza es transitoria y carente de base real. En cambio, cultivar el coraje es una inversión en fuerza interna y resiliencia. Así, enfrentando el humo del acoso con el fuego del coraje, no solo protegemos nuestra dignidad, sino que también aportamos claridad y esperanza a quienes nos rodean. [...]