Finalmente, sostener la verdad con delicadeza es una práctica institucional, no solo individual. En equipos, aulas y familias, acuerdos explícitos —escucha, preguntas antes que juicios, reparación tras el error— cambian el clima. Las prácticas de justicia restaurativa, usadas en comunidades y escuelas, muestran que contar la verdad del daño y asumir responsabilidad, con apoyo, reduce reincidencia y aumenta pertenencia (cf. Howard Zehr, Changing Lenses, 1990).
Así, la frase de Baldwin deviene política cultural: crear espacios donde la verdad circule sin devastar, para que la forma que deja sea más humana que el miedo que desplaza. Cuando el peso se porta bien, la verdad no cae como piedra: llega como herramienta, y lo que toca, en lugar de romperse, aprende a sostenerse. [...]