Finalmente, un ritual cierra el círculo. Mañana: esbozo en tres líneas (propósito, límites, una tarea viva). Mediodía: paleta emocional—nombrar cómo estás y qué necesitas para sostener la atención. Tarde: barniz—anotar tres progresos y una lección para mañana.
Este ciclo, humilde y repetible, convierte la consigna en práctica. Día tras día, el contorno audaz orienta, la alegría paciente colorea, y la vida, como en las Odas de Neruda, se hace arte en lo cotidiano. [...]