Por último, llevar esta idea a la vida diaria implica diseñar ritmos sostenibles. Empieza pequeño, reduce la fricción y vincula la acción a rutinas ya existentes: leer dos páginas tras el café, caminar diez minutos después del almuerzo, revisar avances cada viernes. Los hitos periódicos celebran el progreso sin romper el compás.
Así, la narrativa se cierra donde comenzó: moverse con suavidad permite empezar; moverse con constancia permite llegar. Cuando honramos ambos, el tiempo deja de ser espera y se convierte en aliado. [...]