Por último, pintar el futuro con esperanza persistente plantea una ética relacional: el color se contagia. Talleres y colectivos —del Taller de Gráfica Popular (fundado en 1937) a iniciativas comunitarias actuales— muestran que la creación conjunta multiplica el alcance de cada trazo. La persistencia, entonces, no es heroísmo solitario, sino coreografía: cuando flaquea un pulso, otro sostiene el ritmo. Este enfoque convierte el porvenir en obra colectiva donde diversidad y cuidado actúan como pigmentos estabilizadores. En consecuencia, la frase atribuida a Kahlo funciona como consigna y método: elegir los tonos que dignifican la vida, insistir en ellos con paciencia y compartir la paleta para que el cuadro común gane profundidad y luz. [...]