Por último, la luz se mantiene con un ritmo: diario breve de gratitud y propósito, respiraciones antes de responder, límites sanos a la información, paseo sin pantalla para decantar ideas, y un cierre nocturno que revise aciertos y ajustes. No es grandilocuencia, sino persistencia. Así, cuando el clima cambie, el hábito hará su trabajo: el faro seguirá fijo, y la noche, aunque vasta, dejará de ser un lugar sin dirección. [...]