Por último, la llave poética se prueba en la práctica. Talleres comunitarios, micrófonos abiertos, murales y performance traducen el poema en acto compartido. June Jordan diseñó una pedagogía para ello en Poetry for the People (1995), donde escribir es un ejercicio de ciudadanía radical. Al circular de boca en boca y de barrio en barrio, el verso se vuelve contraseña de reconocimiento; y esa contraseña, repetida, empuja el portón que antes parecía blindado. Así, la poesía cumple lo que promete: arma que no hiere y puerta que, por fin, cede. [...]