En última instancia, “enseñar a las manos” es una práctica diaria: reparar, documentar, compartir, enseñar y aprender. Un taller vecinal, una guía abierta, una mentoría o una rendición de cuentas son ladrillos de la misma casa. Así, cada jornada puede cerrar con una pregunta sencilla: ¿qué aprendieron hoy mis manos para acercar la realidad a lo que mi conciencia considera necesario? Si la respuesta es concreta, entonces estamos, como Malala, construyendo el mundo que decimos querer. [...]