En la práctica, conviene estimar beneficios futuros con cautela, restar costos ocultos e inflación y exigir margen de seguridad. En consumo, calcula costo por uso y por hora ahorrada; en inversión, prioriza calidad y retorno sobre capital, no solo múltiplos bajos. La paciencia paga: el interés compuesto premia horizontes largos y disciplina frente a modas. Además, compara alternativas para valorar el costo de oportunidad y evita deudas caras para financiar lo efímero. Al separar con rigor precio y valor, uno decide menos por impulso y más por propósito, cumpliendo la máxima de Buffett: lo importante no es cuánto pagas hoy, sino qué recibes a lo largo del tiempo. [...]