Por último, la reflexión práctica que nos ofrece este proverbio es vital para la vida diaria. Nos invita a ser conscientes tanto de los mecanismos de defensa propios como de los ajenos, y a valorar aquello que requiere esfuerzo y respeto para ser alcanzado. Aprender a admirar la rosa sin sufrir la herida de la espina es, en esencia, un ejercicio de madurez y sabiduría al interactuar con los demás y con el mundo. [...]