Finalmente, lo que se mantiene se mide: indicadores de avance temprano (confianza, coordinación, cadencia) evitan confundir actividad con impacto. Relatos de cambio, combinados con métricas de resultados, muestran si las luces realmente orientan. Y, como advirtió la práctica de Annan, serenidad no equivale a silencio ante la injusticia: exige coraje para fijar límites, elevar la voz cuando fallan los canales discretos y recalibrar el rumbo. Sereno, sí; pero siempre con propósito valiente. [...]