Finalmente, cultivar la alegría en la vida cotidiana equivale a reclamar nuestra autonomía emocional. Practicar la alegría—frente al desaliento social—implica un compromiso activo con la autenticidad y la esperanza. Hughes nos desafía a abrazar la alegría no como evasión, sino como una forma de permanecer íntegros y libres, aún en medio de los imperativos de la conformidad moderna. [...]