Finalmente, trazar con audacia exige responsabilidad hermenéutica. Hans-Georg Gadamer, en Verdad y método (1960), habla de la “fusión de horizontes”: interpretamos desde nuestra historia, pero también dejamos que el texto nos interrogue. La intención, entonces, no es imponerse, sino exponerse; no es domesticar la obra, sino dejar que nos desestabilice. En esa tensión, el lector cuida lo leído a la vez que lo renueva. Así, los cambios que producimos —nuevas ediciones, reseñas, discusiones públicas— evitan el dogma y buscan hospitalidad para otras lecturas. El coraje está en sostener preguntas abiertas. Al pasar la página con esa mezcla de firmeza y escucha, los trazos no borran lo anterior: añaden capas que permiten a las historias respirar en tiempo presente. [...]